James McGrath publicó en The Escapist un interesante artículo sobre ciberactivismo. De todo lo que se cuenta en el artículo me ha parecido especialmente desatinada la forma en la que se manifiestan los diferentes grupos. Lo hacen dentro de las partidas online de diversos FPS bélicos.
Hay un problema de base en esta forma de protesta.
Los juegos, por definición, son una simplificación de un aspecto de la realidad. Se recrea la guerra de una forma que resulte estimulante y divertida. El jugador se ve enfrentado a una simulación de la realidad convenientemente mutilada para que el jugador se dedique a lo importante. La interactividad.
En el Counter Strike (ejemplo que ponen en el artículo) el jugador forma parte de uno de los dos bandos: terroristas o antiterroristas. No existe ningún tipo de introducción porque los objetivos son obvios. Matar a los otros, a los malos, a ellos. Es un entorno donde no hay término medio.
Las opiniones están radicalizadas de partida e intentar proponer otro tipo de discurso es algo que resulta molesto e irritante porque está completamente fuera de contexto.
Pero tienen razón en que los videojuegos pueden servir como vehículo para transmitir ideas políticas. Se ha criticado a juegos como Call Of Duty 4 por ser considerado propaganda política.
Si el Call Of Duty 4 es peligroso porque convence de cosas es algo que se me escapa pero lo que tengo claro es que la forma de contrarrestar sus efectos no es manifestándose en los servidores de juego online.
Creo que aquí iba todo eso de la educación, el pensamiento crítico y el análisis pero yo es que ya me aburro mucho.
miércoles, 6 de mayo de 2009
domingo, 3 de mayo de 2009
Sobre tartas y rotundos bigotones
Hay un momento en el Wario Land 4 en el que Wario se convierte (metafórica y, a veces, literalmente) en una bola dentro de un pinball.
Hasta entonces habíamos guiado a nuestro rechoncho avatar siguiendo unas reglas que nos son familiares por lo que no necesitamos que nos las remarquen. Sin embargo, ahora se nos explicita el rumbo que debemos seguir e incluso lo que debemos hacer.
El juego parece reirse del jugador y de la forma en la que interactúa con nosotros al enseñar el camino a seguir.
Nos damos cuenta de que hay algo más detrás del chiste justo cuando hacemos añicos un bloque aparentemente irrompible. ¿Por qué se rompe este bloque si es igual que todos los demás?
Y es entonces, despojados de una de las certezas que nos guiaban, cuando nos preguntamos si el camino que nos subrayan es verdadero y conduce a la victoria. ¿Podemos seguir confiando en las reglas cuando se nos engaña, manipulando unas convenciones que pensábamos ciertas?
Is the cake a lie?
Hasta entonces habíamos guiado a nuestro rechoncho avatar siguiendo unas reglas que nos son familiares por lo que no necesitamos que nos las remarquen. Sin embargo, ahora se nos explicita el rumbo que debemos seguir e incluso lo que debemos hacer.
El juego parece reirse del jugador y de la forma en la que interactúa con nosotros al enseñar el camino a seguir.
Nos damos cuenta de que hay algo más detrás del chiste justo cuando hacemos añicos un bloque aparentemente irrompible. ¿Por qué se rompe este bloque si es igual que todos los demás?
Y es entonces, despojados de una de las certezas que nos guiaban, cuando nos preguntamos si el camino que nos subrayan es verdadero y conduce a la victoria. ¿Podemos seguir confiando en las reglas cuando se nos engaña, manipulando unas convenciones que pensábamos ciertas?
Is the cake a lie?
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