Hay un momento en el Wario Land 4 en el que Wario se convierte (metafórica y, a veces, literalmente) en una bola dentro de un pinball.
Hasta entonces habíamos guiado a nuestro rechoncho avatar siguiendo unas reglas que nos son familiares por lo que no necesitamos que nos las remarquen. Sin embargo, ahora se nos explicita el rumbo que debemos seguir e incluso lo que debemos hacer.
El juego parece reirse del jugador y de la forma en la que interactúa con nosotros al enseñar el camino a seguir.
Nos damos cuenta de que hay algo más detrás del chiste justo cuando hacemos añicos un bloque aparentemente irrompible. ¿Por qué se rompe este bloque si es igual que todos los demás?
Y es entonces, despojados de una de las certezas que nos guiaban, cuando nos preguntamos si el camino que nos subrayan es verdadero y conduce a la victoria. ¿Podemos seguir confiando en las reglas cuando se nos engaña, manipulando unas convenciones que pensábamos ciertas?
Is the cake a lie?
domingo, 3 de mayo de 2009
Sobre tartas y rotundos bigotones
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